Artículo publicado en el periódico El Montañés.

[ANTONIO MEÑO ORTEGA]

La lucha de Juana: Esta no tendrá una justicia justa mientras no se retiren por orden judicial las costas de los procesos que tan fraudulentamente se han llevado hasta este momento.

La lucha de Juana
La aparición de un testigo da un giro radical al caso de Antonio, con una minusvalía del 96% por una cirugía de nariz:Paco, mete agua en el climatizador que el niño pasa calor». Arrecia la canícula en Madrid y Juana no deja de mirar a su hijo. El 'niño', su pequeño, es Antonio Meño, 42 años, 1,80 de estatura, 90 kilos. Antonio sigue atento el Alemania-Ghana del Mundial de Sudáfrica en una minúscula tele instalada sobre tres cajas de zapatos. No ve, pero se entretiene. Una rinoplastia le dejó en coma vegetativo hace 21 años, cuando era un joven dicharachero y aventurero, con toda la vida por delante y que sólo quería arreglarse la nariz. Juana Ortega se acuerda bien de aquel día, del momento en el que una frase del cirujano le arrebató su vida para siempre. «Antonio no se despierta de la operación, vamos a intentarlo más tarde». Nunca más lo hizo. Era 3 de julio de 1989. No había caído todavía el muro de Berlín y en la clínica Nuestra Señora de América, en la lujosa calle Arturo Soria de Madrid, se levantaba otra pared, igual de ignominiosa y vergonzante, que aún no se ha derrumbado para los Meño Ortega.La perseverancia de Juana, 64 años, panadera de profesión, ha mantenido viva la llama todo este tiempo. Su dura mirada lo dice todo. Tira del carro y no entiende la palabra rendirse. Ni ahora, ni hace 21 años, cuando comenzó su particular batalla con la Justicia para que le reconozca que el coma de su 'niño' fue provocado por un error médico. Una presunta negligencia del anestesista que ha dejado a Antonio con una minusvalía del 96% y postrado en un camastro en el que lleva la mitad de su vida. En una caseta en la calle La esperanza de Juana se juega en los tribunales... y a diario en la calle. Hace un año y dos semanas acampa ante una sede del Ministerio de Justicia, en la castiza plaza de Jacinto Benavente, cerca de la Puerta del Sol. Desayuna, come, cena y duerme en una caseta que levantó su marido Paco y su cuñado. Un habitáculo con tarima enmoquetada, armazón metálico y tela aislante, que forma parte del paisaje de la plaza y atrae la atención de madrileños y turistas. Pero Juana no está sola. En estos 379 días en la calle -de un invierno terrible de lluvias y nieve a los casi 37 grados de ayer- le acompaña su 'niño'. En el interior hay espacio para la cama de Antonio y un colchón para ella. Completan 'el mobiliario' un camping gas, una caja con comida, dos garrafas de agua de diez litros, sillas plegables, la imagen de La Milagrosa y una mesa de campo en donde exhibe recortes de prensa, sentencias, el libro de su abogado y un bloc de firmas. Ha recogido 200.000 desde que comenzó su periplo judicial y cada 10.000 rúbricas recopiladas acude en persona al Congreso de los Diputados con la esperanza de que atiendan su caso en el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Su perseverancia no acaba ahí. Ha ido dos veces a la tele; ha mandado cartas al Rey, a Zapatero y a Rajoy. En ellas les cuenta cómo las diferentes instancias judiciales no sólo no han reconocido que el coma de Antonio fue un error médico, sino que el Tribunal Supremo le obligó a pagar 300.000 euros en 2008 por las costas del pleito, más otros 100.000 euros de multa por no poder hacer frente a la cuantía.«Querían embargar mis bienes, mi casa. Hace tiempo que dejé de creer en la Justicia, en los políticos, en las buenas intenciones. De las autoridades me contestaron el Rey y Zapatero. Los dos me dijeron que al tratarse de un asunto judicial no podían hacer nada. Todo quedó en agua de borrajas», cuenta Juana mientras se acomoda en una silla de camping, estira las piernas y se atusa su pelo canoso. «¿Para qué sirve creer?», se pregunta una y otra vez. «¡Y mira que yo tenía fe en la Justicia, no lo sabes bien!», replica.

Paga y calla.
Tras la condena del Supremo llamó a la puerta de Avinesa (Asociación de víctimas de negligencias médicas) en busca de protección legal y la respuesta, recuerda, fue dura y escueta. «Juana, paga y calla», le dijeron. Visitó varios abogados; nada. Se ofrecieron otros muchos, pero cuando conocían el caso huían. No existían pruebas que confirmasen que se trató de un error médico. «Fue un momento extremo en el que podía haber hecho una locura, que es lo que hubieran querido, pero decidí no darles esa alegría», confiesa.La firmeza de tantos años, su inquebrantable constancia buscando justicia tuvo su recompensa una tarde del pasado febrero. Un hombre muy arreglado se acercó a la caseta y le soltó a Juana lo siguiente: «Si no se hace justicia en la tierra, se hará justicia divina». Ella le respondió: «Yo quiero que se haga justicia en la tierra». Se trataba del doctor Ignacio Frade, testigo de la operación de Antonio aquel 3 de julio de hace tres décadas. El médico había perdido la pista del caso cuando conoció que un tribunal de primera instancia había condenado al anestesista, a la clínica y a la aseguradora a pagar 175 millones de pesetas a los Meño Ortega. Pero no supo que aquellos recurrieron y fueron exonerados en sucesivas instancias. El doctor acudió al abogado de la familia y declaró que el anestesista no se encontraba en el quirófano cuando la máquina que medía el ritmo cardiaco de Antonio se detuvo. Estaba con otra operación. «La versión que contaron al juez es que Antonio se atragantó y se le salió el tubo. Pero ahora se puede demostrar que mintieron para salvar al anestesista», cuenta Juana. La declaración del doctor Frade ha dado un giro al caso ya que una vez conocido su testimonio, la Fiscalía del Supremo ha pedido la reapertura y un tribunal de lo civil acaba de admitir la demanda y ha dado tres semanas a las partes para tramitar sus alegaciones. Van a revisar el caso. «Cuando me llamó el abogado para contármelo se me disparó la tensión. Estaba dispuesta a llegar hasta el final, pero ahora sólo quiero poner fin a esta injusticia y derribar esta chabola para siempre. Ese día brindaré con cava», exclama Juana mirando a su pobre hijo tirado en el camastro. Aunque a Antonio nadie le despertará de su letargo, la perseverancia de su madre, toda una madre coraje, ha inundado de esperanza una casucha donde ahora hay más vida que nunca.Información de : http://www.eldiariomontanes.es/v/20100702/sociedad/destacados/lucha-juana-20100702.html --

6 comentarios:

  1. Es una gran noticia la aparición de este testigo. Ojalá este séa el final de tan durísima etapa en la vida de Antonio y sus padres. Lo justo ahora sería que esta familia fuera compensada económicamente para que pudiesen ofrecer una vida digna a su hijo. Y por supuesto también para que ellos tengan más comodidades para poder ayudarle en el día a día, algo que imagino es sumamente complicado. Es lo mínimo que deberían de hacer para mitigar un poquito tanto sufrimiento...
    Un fuerte abrazo familia!

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  2. En esas fechas, era práctica habitual en la Clínica Nuestra Señora de América (CLINSA, S.A.) hoy Hospital Nuestra Señora de América en la Calle de Arturo Soria 103 y 105 de Madrid, la utilización de los distintos quirófanos simultáneamente con la intervención de un solo anestesista, asistiendo como ayudantes en ocasiones estudiantes de medicina o representantes de material quirúrgico y como instrumentistas personal sin la debida diplomatura, todos ellos traídos por el cuadro facultativo. Como personal de la Clínica Auxiliares y Celadores, en ocasiones y al parecer, "lo suficientemente experimentados como para realizar controles rutinarios durante la ausencia del anestesista o instrumentando al cirujano”.
    Suerte Juana, que los testigos digan la verdad y por fin se haga “JUSTICIA” y sobretodo que se os permita descansar y dejar de soportar tanta penuria, yo lo he visto. He visto que pasáis frio en ese cobertizo y también este verano os he visto sudar y Antonio sin calidad de vida, mientras y durante veintiún largos años otros no pagan por sus miserias y otros ya no podrán. Eres fuerte, y aunque te escondas no puedes disimular tus lágrimas y rabia casi agotadas, aguanta, estás en la recta final.
    Un abrazo Juana.
    tiw

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  3. 06/10/2010
    En esas fechas, era práctica habitual en la Clínica Nuestra Señora de América (CLINSA, S.A.) hoy Hospital Nuestra Señora de América en la Calle de Arturo Soria 103 y 105 de Madrid, la utilización de los distintos quirófanos simultáneamente con la intervención de un solo anestesista, asistiendo como ayudantes en ocasiones estudiantes de medicina o representantes de material quirúrgico y como instrumentistas personal sin la debida diplomatura, todos ellos traídos por el cuadro facultativo. Como personal de la Clínica Auxiliares y Celadores, en ocasiones y al parecer, “lo suficientemente experimentados como para realizar controles rutinarios durante la ausencia del anestesista o instrumentando al cirujano”. Suerte Juana, que los testigos digan la verdad y por fin se haga “JUSTICIA” y sobretodo que se os permita descansar y dejar de soportar tanta penuria, yo lo he visto. He visto que pasáis frio en ese cobertizo y también este verano os he visto sudar y Antonio sin calidad de vida, mientras y durante veintiún largos años otros no pagan por sus miserias y otros ya no podrán. Eres fuerte, y aunque te escondas no puedes disimular tus lágrimas y rabia casi agotadas, aguanta, estás en la recta final.
    Un abrazo Juana.
    Tiw
    06/10/2010

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  4. Siento verguenza del equipo medico que asistio a este chaval, que el anestesista pueda descansar tranquilo, con el dinero de la otra operación en el bolsillo, y declarar honestamente en un juicio de que no se encontraba en el quirofano.
    Un abrazo fuerte para esta madre y un achuchón para su hijo, y si puedo ayudar encantada.

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  5. No sólo en esas fechas se hacian cosas raras en esa clínica, al día de hoy deja mucho que desear. con sus idas y venidas de médicos, el servicio de urgencias es un desastre.
    Ánimo Juana, pocas personas tienen la fuerza que tienes tú y aguantar todo lo que has aguantado hasta el día de hoy.
    Espero de todo corazón, que por se haga justicia y que pagen todos los que tengan que pagar por ello. Que venguenza lo que han hecho con vosotros y por desgracia somos todos un número en mano de esos carniceros.

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  6. Bueno Juana, por fin lo habéis conseguido, se reabre el caso y se repite el juicio.
    Pero cuidado, no son solidas las impresiones y los valores de los jueces cuando en algunas ocasiones dicen SI y en otras dicen NO, cuidaros mucho de ellos y no solo de las partes, ahora está en juego su prestigio y probablemente no estén dispuestos a perder mucho más, aunque personalmente pienso que de hacer JUSTICIA, verdadera JUSTICIA, probablemente vuelvan a adquirir el prestigio perdido y esto lo considero un reto.
    Sois fuertes y debéis aguantar hasta el final. Os envío toda mi energía y espero que por fin declaren absolutamente todos los testigos y por descontado que digan toda la verdad de lo ocurrido en aquel quirófano, aquel fatídico día.
    Y si alguien después de estos tremendos años se siente responsable, pienso que también es hora de hablar para poder descansar. En parte, la sociedad comprendería que por miedos u otros factores que no pienso enumerar, estas personas hayan podido callar pero que por fin se hayan dado cuenta de la grave situación en la que se encuentra Antonio y su entorno familiar. Si esto es así, ha llegado la hora de REPARAR.
    Un abrazo Juana.

    Tiw
    17/11/2010

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